El borracho perfecto
Por las noches se emborracha
en el cafè de la esquina
mientras las parejas enamoradas
hacen sus arrumacos màs o menos violentos
al atardecer, duerme impunemente la siesta
mientras todos los demàs hacen sus labores implacables
dueños de lo inesperado, saborean sus dulces espasmos
mientras escucha a Stravinsky, alucina con insolentes damiselas eròticas
quienes lo defraudan habitualmente
mediante sutiles estratagemas amorosas
y otros ardides vagamente romànticos: besos acaramelados
òsculos furiosos
convulsivos orgasmos medianamente bellos
embarazosos
no conforme con ello, sale por las noches absolutamente borracho
de amor
a pasearse por las calles màs o menos solitarias
o sino, en tren de gira, irrumpe en los salones de baile,
en las austeras milongas
con el objeto de bailar unos buenos tangos
a pesar de su penetrante olor a alcohol
y a tabaco
o incluso marihuana (es marihuanero ademàs de alcohòlico)
sin rumbo fijo, vaga por las calles por la madrugada
recordando obstinadamente las ladies que anduvieron
por sus brazos y abrazos
sus brasas
sus cenizas
por momentos se pone violento
con amigos y enemigos: entablan toda clase de charlas totalmente
absurdas, incoherentes a màs no poder, pero
no puede dejar ese vicio maldito
que lo convierte en un balde
en un recipiente agujereado
borracho insolente, no puede con su falta de genio
y derrama improperios a diestra y siniestra
vomita en un tacho de basura
en una direcciòn de escuela
frente a atònitos directora profesores preceptores
y demàs autoridades y pùblicos empleados
pùblicos y privados funcionarios:
lo llevan al hospital en una ambulancia mientras lo conducen a la sala de guardia
llama por telèfono a su novia ausente, su inmòvil amada
a quien entre sollozos le comenta lo sucedido recientemente, le dan
asimismo alguna pastilla para que se deje de una vez por todas
de romper las pelotas con pelotudeces ojo lo burdo està prohibido
pero al borracho consuetudinario no le importa nada
o demasiado poco
esta es la vida entonces del perdido boracho:
lo echan de las librerìas
no consigue laburo por ninguna parte
hediondo a alcohol y tabaco
(cuando no marihuana)
lo expulsan de los sitios màs obscenos y abstractos
los hoteles para pasajeros
las pensiones màs sòrdidas no lo quieren ver
ni en figurita
increiblemente, en el Correo Viejo (un salòn de rock devenido
tanguerìa) se levanta una mina
pero en cuanto estàn por subir al auto de la piba
el muy pelotudo se pone a vomitar
vomita durante un rato
y luego en zigzag llega al Parque Rivadavia
donde se duerme en un banco de la dicha plaza
mientras emergen las primeras luces
del amanecer ...
despierta
se dirige a la mansiòn que habita (heredada de sus padres)
duerme hasta el mediodìa
vuelve a despertarse
desayuna un gin con hielo una ginebra
recordando viejos tiempos nocturnos
cuando se paraba en la barra a contemplar a las bellas
mientras bailaban entre los brazos de los turros
que bailaban como los dioses
Nietzsche mediante
nada de gags, nada de bromas pesadas o livianas:
parado en la barra, no era raro
que una lady se parara al lado y lo mirara fijamente o de reojo
como invitàndolo a bailar
ya medio ebrio
de alcohol y de amor por la hermosa
se posicionaba en el centro del ring danzante
y de pronto besaba apasionadamente
esos labios ardientes
que lo volvìan loco de dicha
lamentable o afortunadamente, la mujer era casada
con un elegante filòsofo o sociòlogo màs o menos famoso en
esos campos intelectuales, ella por su parte
tambièn era conocida en el ambiente tanguero y literario, publicaba
toda suerte de novelas, ensayos, poemas de amor incluso
èl recordaba lejanamente haber leido algo suyo en algùn tiempo
ahora sonaba Stravinsky, la primavera,
en una mesa se tomaba champàn y otras burbujeantes delicias
en la calle, habìa personas durmiendo a
pesar del frìo, la lluvia, el gigante africano por ejemplo:
seguramente hablaba francès, el loco que hablaba solo ya no estaba
nunca en la ochava de Beauchef y Rosario, frente al Parque Rivadavia: segura
mente habìa muerto, le habìa pasado algo, en esa ochava se sentìa esa ausencia
brillaba por eso
no vio màs a esa mujer pero siguiò escuchando que hablaban sobre ella
en algunos lados, algunos escombros, y a su dorima incluso lo vio
en el aparato televisivo, despotricando contra el actual Presidente de la Naciòn,
el anarcolibertario
o anarcocapitalista
(con què se come eso?)
continuaba tomando continuamente
su mente se iba deteriorando al tiempo que envejecìa, le
gustaba el poeta salteño Manuel Castilla, aunque uno se pregunta
què diablos le verìa o què demonios leerìa allì mismo, en ese libro
del CEAL
so pretexto de ordenar la barrial biblioteca
se afanaba mientras tanto, cada dìa, cada noche, toda
clase de libros, en lo posible, primeras ediciones, libros raros y
antiguos, a
veces lo descubrìan, entonces, obviamente, lo echaban a patadas
entreveradas con oscuras amenazas màs o menos jurìdicas:
volvìa a las andadas, pedìa prestado o fiado, vendìa libros
en puestos de chapa en ferias de libros donde en el verano
te recontracagabas de calor (no hay otra manera de decirlo): era el
infierno libresco, enciclopèdico, que le dicen, el infierno
escolar:
en sus ratos de ocio (que eran demasiados) se encamaba
con desdentadas prostitutas
en casas tabicadas en habitaciones
estancos compartimentos negros
y gordas hetairas que procuraban hacerlo
acabar lo màs ràpido posible
o se lo pasaban de una a otra
mientras le iban sacando todo su dinero
y evitando en lo posible
se quedara dormido
en un sillòn o futòn
mientras sonaba Mahler
mientras sonaba Mahler: borracho de dolor y angustia por sus
malditos vicios, como un Erdosain exacerbado y redivivo, no
obstante, se acostaba a veces, con pendejas bellìsimas
que lo despreciaban cordial y
francamente
ùltimamente dormìa en los parques pùblicos
o en hogares del Estado por las noches
afanandose en que no le afanaran
las pocas pertenencias
que aùn empero le quedaban
otra costumbre suya era caminar durante horas
con el objeto de eliminar de una vez por todas
esa maldita busarda
Mahler o Stravinsky
mediante